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Caso Corradini: Esta vez, para la Justicia, la viuda fue la asesina

06/12/2016

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“Tranquilos, chicos… No se asusten. Se trata de un juego”.

Unas 6.595 largas noches han pasado desde aquel lunes 16 de noviembre de 1998, a las 23, cuando el panadero Héctor Hugo Corradini (35) les dijo esa frase a sus tres hijos, mientras unos matones se lo llevaban secuestrado.

Unos 216 meses han transcurrido desde que Corradini fue encontrado –por una vecina y no por la Policía, que supuestamente lo buscaba– asesinado con tres balazos en la cabeza y esposado en el asiento trasero de su auto.

Poco más de 18 años han transcurrido de aquel homicidio mafioso, ocurrido en barrio Los Naranjos, y que conmocionó a Córdoba y al país, y que durante todo este tiempo permaneció impune.

Ahora, la Justicia cordobesa volvió a expedirse y dio vuelta la historia como una moneda: Brígida Mercedes Segalá (49) fue condenada esta vez como autora intelectual del asesinato de su esposo. En fallo unánime, la Cámara 3ª del Crimen, con jurados populares, la condenó a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo, la alevosía y la promesa remuneratoria.

Dicho a las claras: ella fue quien contrató a sicarios para que mataran a su esposo, fingiendo un simple asalto domiciliario.

“Pirucha” no irá presa; el fallo aún no está firme.

Segalá, quien jura ser inocente y que ayer por primera vez clamó “justicia para los asesinos de su esposo”, fue condenada tras la valoración total de una serie de indicios y de testimonios.

Se trata prácticamente de la misma prueba con la que, en 2011, ya había sido absuelta por otro tribunal: la Cámara 9ª del Crimen.

La historia es sabida: el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) anuló aquel fallo y dispuso un nuevo juicio: el que terminó ayer.

¿Qué pasó entonces para semejante cambio de criterio y esa mujer sea considerada una asesina?

Desde la acusación, el fiscal Marcelo Hidalgo y el querellante Carlos Nayi sostienen que “se incorporaron nuevos testimonios y algunos documentos” y se “valoró de otra forma la prueba” en las audiencias. Ambos destacan, además, ante sus íntimos, la forma de trabajo de estos jueces.

En el nuevo juicio “mejoró”, podría decirse, la calidad de la prueba mostrada y su valoración.

El defensor de la viuda, Miguel Ortiz Pellegrini, considera que las pruebas son escasas y falsas, no alcanzan, y planea apelar ante el TSJ, ya que sostiene que su clienta es una “perejil”.

Los indicios en contra

Si bien resta esperar los fundamentos de la condena, está claro que para jueces y jurados Segalá quería matar a su esposo por un fin económico: así podía cobrar dos seguros de vida por $ 300 mil dólares (que lo hizo) y podía acceder a la herencia sin divorciarse (algo que no llegó a hacer).

La relación marital entre ambos, tras haberse casado en 1983, era prácticamente inexistente.

Los indicios que cercaron a la viuda son: precisamente, en 1999, cobró los seguros de vida que había sacado su esposo y no se lo contó a nadie, ni siquiera a sus hijos; trató de influir en sus hijas para que señalaran a otras personas por el crimen; torció el rumbo de la investigación; se descubrió que tuvo contactos con el sicario Víctor “Mandrake” Quinteros y que le hizo un pago; tuvo comportamientos y diálogos sugestivos en la panadería Corradini para la fecha del crimen. Nadie se olvida que a un empleado le preguntó: “¿Conocés a alguien para darle un susto a mi esposo?

Al parecer, a través de contactos policiales, Segalá habría llegado a dar con sicarios del hampa: uno de ellos, “Mandrake” Quinteros.

Precisamente, Quinteros fue el otro condenado ayer: le dieron perpetua por homicidio calificado. “Esa ‘boleta’ (muerte), la de Corradini, no es mía”, bramó.

Una fiscal en apuros

Los jueces de la Cámara 3ª del Crimen, con Alejandro Weiss a la cabeza, ordenaron que se investigue a la fiscal de instrucción Liliana Sánchez –la primera investigadora del crimen– por presunto mal desempeño. Es que durante años, Sánchez se valió como informante y pieza clave de su trabajo del novio de Segalá, el expolicía Oscar Díaz, quien terminó condenado por violador.

Al parecer, la fiscal se vio influenciada y terminó desviando en su momento la investigación.

En el juicio que terminó ayer también se ordenó investigar el papel del primer abogado de la viuda, el letrado Walter Ferrero.

¿Y los policías?

El revólver 32 que mató a Corradini salió y volvió a entrar, tras el crimen, a la comisaría de barrio Los Naranjos. Resta esperar los fundamentos para ver qué dicen los jueces de la Cámara 3ª sobre el rol policial en toda esta historia.

Ya en el primer juicio, dos policías fueron absueltos y el fallo quedó firme. ¿Qué dirán los jueces ahora de aquella Policía?

Lo mandó asesinar para quedarse con su dinero. 100 mil dólares esta suma sería la que Mercedes Segalá le habría abonado a Víctor Quinteros para que matara a Corradini. Ese dinero habría salido del cobro de los seguros de vida.

Fuente: La Voz del Interior

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