05/06/2016
El vinilo resurge y es algo más que una moda para fanáticos. Su regreso puede ser una manera de salvar a la industria. La palabra de vendedores, coleccionistas y especialistas.
En pleno auge de la música digital, con aplicaciones que nos permiten acceder a un catálogo ilimitado de canciones en cuestión de segundos, el viejo y confiable vinilo ha resurgido con una vitalidad impensada. Es un objeto muy costoso, requiere de cuidados puntuales para su correcta preservación, por cuestiones de importación no es fácil de adquirir y, por encima de todo, plantea un modo de audición completamente diferente al que rige en la actualidad.
¿Qué es entonces lo que fomenta su regreso? ¿Es una moda promovida por la corriente hipster, por los filtros vintage de Instagram? ¿Por qué algunos artistas quieren editar en vinilo? ¿A qué se deben las reediciones en este formato de grandes clásicos del rock? Algo es seguro: escuchar un disco en vinilo es una experiencia sin rivales a la vista. El descenso de la púa para entrar en contacto con el acetato no tiene comparación con otras formas de darle play a nuestra música favorita.
“Yo pienso que el disco de vinilo nunca se fue, siempre estuvo”, dice Valentín Taricco, de la tienda Mariano Rocka, un local que vende discos nacionales e importados. “Muchos de nuestros clientes son personas que crecieron escuchando música en este formato, y si bien transitaron la era digital y se adaptaron a nuevas tecnologías, nunca tiraron sus discos. A causa de su ausencia en el mercado, esos discos se volvieron reliquias inigualables, cargadas de afectos y emociones que sólo pudieron revivir sentándose a escucharlos, en silencio, en una suerte de conversación con el pasado”.
Marcelo “Palo” Cáceres, dueño de la legendaria disquería Lado B, plantea que el renacimiento del formato obedece a varias razones, entre las que se cuentan la baja calidad de audio de algunos formatos modernos y una necesidad de volver al objeto físico. “El incremento masivo de lo digital hizo que músicos de poca monta hicieran su disco en su habitación, con la simple ayuda de una PC. Sumadas todas las plataformas de streaming, crearon un modo de difusión que generó una gran confusión en la oferta y en el modo de definir la ‘propiedad’ de tu música”, apunta.
“Por otro lado, la dispersión de reproductores digitales de baja calidad sonora le restaron sensibilidad al modo de escuchar música. Y en este aspecto, la calidez del audio del vinilo es irrefutable: si tenés el equipo adecuado, definitivamente suena mejor”, agrega. “Otra razón fundamental que observamos en quienes adquieren vinilos es la obtención del objeto, la forma en que define que es de tu propiedad. Sin ser un gran coleccionista, el comprador no se preocupa si va a sonar mejor, quiere ser dueño de ese disco”.
Legitimidad y capricho
Publicar obras en este formato es bastante más costoso que hacerlo, por ejemplo, en CD. Sin embargo, la circulación en vinilo asegura ciertos lugares a los que de otra manera no se llegaría. Y aunque las ediciones digitales ganan cada vez más espacio en las cabinas de los DJs, muchos de ellos todavía trabajan con el vinilo como soporte o complemento esencial de sus sesiones. Los sellos de música electrónica tal vez sean los que mejor han sobrevivido en las últimas décadas, al punto de que Córdoba cuenta con algunos de ellos, como Rationalism, My House Your House y el flamante Castelar Discos, impulsado por el DJ y productor cordobés Pedro D’Alessandro. ¿Por qué lanzar un sello de vinilos ahora, cuando todo parece dominado por archivos como el MP3 o el FLAC?
“¿Por qué no? Es el único formato que sobrevivió el paso del tiempo y sigue siendo el más fiel y cálido, al margen de ser mi favorito a la hora de tocar”, dice D’Alessandro. “La idea de tener un sello propio surge de muchos lados. Por ejemplo, la necesidad de aportar calidad a lo local, sumarme a otros proyectos cordobeses que también editan en vinilo, y tratar de que las ideas crezcan de adentro hacia afuera, no al revés. También es desmitificar el exilio como una forma de éxito”.
¿Lanzar tracks en vinilo otorga legitimidad en la cultura electrónica? ¿Vale más que en otros formatos? “La verdad es que no sé, insisto que termina siendo una decisión personal. Creo que más allá de legitimidad, lo que genera es un compromiso, hacerlo de forma física no sólo requiere de dinero sino también de mucho esfuerzo. Yo creo que la música es la que tiene que hablar, no el formato ni el nombre detrás de cada track. De todas maneras, elijo hacerlo de esta forma por una cuestión de mística, fidelidad y, por qué no, un poco de capricho”, concluye D’Alessandro.
Por otra parte, el hobbie de coleccionar vinilos también se ha revalorizado, no sólo culturalmente sino también en lo económico: con el aumento de la demanda, los precios ya no son los mismos. “Gracias a estas personas, por la admiración que generan, hoy muchos jóvenes vuelven a mirar este soporte físico como un medio ideal para disfrutar de la música que les gusta, además de valorar el arte de un disco”, retoma Taricco.
Tanto desde Lado B como desde Mariano Rocka afirman que entre lo más pedido en vinilo se destacan los grandes nombres del rock, de los Beatles a Spinetta, de Gustavo Cerati a Pink Floyd, de Metallica a los Guns N’ Roses, más algún que otro clásico moderno, como Nevermind de Nirvana o Back to Black de Amy Winehouse, muy propicios para el sonido cálido del formato.
“Es posible que tenga un poco de moda, pero está pasando”, asegura Cáceres. Y añade: “La revalorización del sonido no es masiva todavía, falta que los equipos giradiscos y sus componentes, como las púas, cápsulas y accesorios estén disponibles en casas de electrodomésticos de cadena, y que el catálogo se amplíe a todos los estilos”.
De momento, el antiguo ritual del vinilo recobra fuerza y adeptos. A diferentes velocidades y revoluciones, esos discos nunca dejaron de girar.
Fuente: La Voz del Interior