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Fadea apuesta a depender menos del Estado

09/10/2017

La Fábrica Argentina de Aviones (Fadea) –que todavía padece el déficit económico que heredó de las gestiones kirchneristas– apuesta a generar negocios por fuera del Estado nacional, que continúa siendo el principal cliente de la empresa, con un aporte que ronda el 80 por ciento de sus ingresos.

Aunque en su momento inicial la Fábrica Militar de Aviones fue una de avanzada dentro de la industria aeronáutica de Sudamérica, ante la falta de una política de Estado para el sector quedó rezagada y en la década de 1970 fue superada por la brasileña Embraer, que hoy integra el ranking de las principales compañías aeronáuticas del mundo.

La estrategia de la actual gestión tiene una doble vía: mantener los servicios que le presta al Ministerio de Defensa, pero ir reduciendo la dependencia económica que tiene con el Estado y poner el foco en negocios con el sector privado aeronáutico o militar de otros países, tanto para el mantenimiento de aeronaves como para la fabricación de aeropartes.

La empresa fundada bajo la presidencia del radical Marcelo Torcuato de Alvear –que este martes cumplirá 90 años de vida– nació como Fábrica Militar de Aviones y en su momento fue pionera con la fabricación del Pulqui, el primer avión a reacción de Sudamérica. Tuvo su época de oro en la décadas de 1940 y 1950, período en el cual con distintos nombres fabricó la exitosa moto Puma, el tractor Pampa y el utilitario Rastrojero, entre otros vehículos.

Entre los principales aviones que fabricó se destaca el Pucará, que fue el mas utilizado y combatió en Malvinas, y el Pampa, un avión de entrenamiento.

En 1995 fue dada en concesión por el presidente Carlos Menem a la estadounidense Lockheed Martin Aircraft, con la que se combino abandonar la política de fabricación y transformar la ex-AMC en un taller de mantenimiento de alcance regional, cosa que no cumplió. La multinacional fracasó en su intento de negocios con aviones Pucará y Pampa a mercados externos, algo en lo que ya había fracasado la gestión estatal.

En 2009, Lockheed, que sólo había vivido de contratos del Estado, dejó la firma con 900 empleados. El Gobierno de Cristina Fernández la reestatizó, pero con la gestión del ultrakirchnerista Raúl Argarañaz en 2011 la fábrica se convirtió en una suerte de bolsa de trabajo para La Cámpora. En pocos años, la empresa trepó a casi 1.600 empleados, un aumento del 78 por ciento del personal.

Durante su polémica gestión, Argañaraz anunció en dos conferencias de prensa, junto al entonces ministro de Defensa, Arturo Puricelli, la fabricación en serie de 40 aviones Pampa. Al final de la gestión kirchnerista sólo se avanzó en la producción de una sola de esas aeronaves.

Desde que asumió en abril de 2016, el actual presidente, Ercole Felippa, puso en marcha una fuerte reducción de gastos y gradualmente achicó la planta con jubilaciones anticipadas, retiros voluntarios y despidos. En 19 meses de gestión, la planta se redujo a 1.100 empleados, 46 por ciento menos de la que dejó el kirchnerismo.

El industrial admite que todavía la cantidad de operarios es elevada para lo que produce la empresa, pero garantiza que no habrá cesantías masivas.

Asegura que la reestructuración nunca tuvo en cuenta cuestiones ideológicas si no el nivel de compromiso y capacidades de los operarios. “Nunca preguntamos a la gente su pertenencia ideológica”, puntualiza.

Felippa dice que mantiene una buena relación con los tres gremios del área: el Sindicato de Trabajadores Aeronáuticos (STA, representa a unos 800 empleados), la Asociación de Personal Aeronáutico (APA) y la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (Apta). Los dos últimos se reparten unos 300 afiliados.

El ST fue creado en su momento por Argañaraz con una conducción kirchnerista para neutralizar a los otros gremios. Su actual titular, Marcelo Bertorello, afirma que no está alineado al kirchnerismo.

A mantener

Fadea ya tiene listo el primer IA-63 Pampa III producido en serie que ya pasó todas las pruebas de vuelo, pero está a la espera de certificaciones para ser entregadas a la Fuerza Aérea Argentina. Hay otras dos aeronaves que también están listas y el año próximo serán suministradas a la fuerza.

Aunque la compra a Estados Unidos de los aviones turbohélices Texan II, para entrenamiento básico de la Fuerza Aérea, no implica una superposición con los Pampa -que son a reacción y están dentro de otro segmento de aeronaves-, se desconoce si el Gobierno nacional continuará con la adquisición de los Pampa, lo que condicionará su producción futura más allá de lo pautado.

También Fadea continúa con la producción de aeropartes para el avión de transporte KC-390, que fabrica Embraer, y analiza incrementar el negocio con la brasileña con otro tipo de aeropartes. El contrato con Embraer es el más importante por fuera del Estado.

El mantenimiento de aeronaves es el nicho que ofrece por ahora más perspectivas de negocios. Además del contrato por el mantenimiento integral de los Hércules C-130 argentinos, se firmó un convenio con Airbus para que Fadea realice el sostenimiento de los ocho C-212 de patrullaje y transporte que tienen el Ejército y la Prefectura Naval. Y apunta a realizar la conservación de los 50 aviones Airbus C-212 que hay en la región.

Fadea también analiza presentarse a una licitación internacional convocada por Brasil para el mantenimiento de aviones C-130.

Déficit y reducción de gastos

Cuando Felippa asumió, se encontró con que el déficit operativo en 2015 era de 1.600 millones de pesos, ante lo cual aplicó una fuerte reducción de gastos (no incluyen salarios) de funcionamiento.

A través de una capitalización de deuda con el Ministerio de Defensa, principal accionista de Fadea, se consiguió que en 2016 el balance arrojara una pérdida de 120 millones de pesos. Pero si no hubiera sido por esa operación contable, el rojo habría sido de 480 millones.

Felippa estima que el déficit de 2017 será similar, ya que no se consiguió facturar operaciones, debido a que solamente se firmó uno de los tres contratos convenidos con la Nación. La proyección para el cierre del año prevé un déficit de 480 millones de pesos.

Fadea se plantea como objetivo para el próximo año “un pequeño quebranto” y para 2019, un resultado equilibrado y que la empresa sea autosustentable.

Felippa resalta que, en el primer año, la reducción de costos de estructura fue de 600 millones de pesos y que este año se está gastando lo mismo que en 2015.

Fuente: La Voz del Interior

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