20/12/2019
En una histórica estancia, pegada a las Sierras Grandes, tiene su vivienda y su taller de juguetes. También, realiza caminatas solidarias para llevar luz a las personas que viven en las montañas.
Cuando era chica, contaba los minutos para que llegaran las 12 de la noche del 24 de diciembre para ver si enganchaba a Papá Noel dejando algún regalo. Había algo mágico en ese momento. Fue recién de adulta que tuve la oportunidad de conocerlo porque, para los que todavía no lo saben, Papá Noel vive en el valle de Traslasierra.
Frente a las imponentes Sierras Grandes, en la localidad de Las Rabonas, hay una antigua casona llamada Estancia 1790. En su gran galería, hace muchos años, dio misa y bautizó el santo cordobés, el Cura Brochero. En ese mismo saloncito donde el cura se preparaba para salir al encuentro de los feligreses, hoy funciona el taller de Papá Noel. Allí confecciona juguetitos con madera de palets y de cajones de frutas. También recibe los juguetes que la gente le dona y los arregla para entregarlos a los niños y niñas de la zona.
Luego, en la noche de Navidad, visita el pequeño pueblo de Las Calles y se encuentra con los chicos y chicas que lo esperan en la plaza para recibir los regalos que, con tanto cuidado y cariño, él preparó. “Al principio, salíamos casa por casa, me acompañaba mi esposa, e íbamos golpeando las puertas y dejando regalitos a los niños. Era una emoción tremenda verlos. Luego decidimos hacerlo en el pueblito de Las Calles y arrancamos con unos 200 chiquitos, el año pasado entregamos 1700 y este año creo que vamos a superar los 2 mil. Es maravilloso. Hasta vienen de otros pueblos”, comenta emocionado.
A través de las redes sociales, hubo gente de otros países que se enteró y quiso ayudarlo a juntar juguetes: “La gente es tan solidaria que hasta me mandaron encomiendas de España, de Rusia y de Canadá”, relata.
Un Papá Noel todoterreno
Durante el resto del año, cuando no son épocas navideñas y no tiene tanto trabajo, Papá Noel usa el nombre de Daniel “El Gaucho” Casañas y se dedica a realizar actividades turísticas. Es profesor de Educación Física, licenciado en Psicología del Deporte, Guía de montaña y de turismo alternativo y, junto a su esposa, gestiona el hospedaje en la bella Estancia 1790. Pero, a lo largo de sus 74 años, representó al país haciendo nado en aguas abiertas, realizó travesías en canoa, fue triatlonista, presidente del Club de Pesca, entre muchas otras cosas.
Acerca de la emoción que le produce el encuentro con niños y niñas en Navidad, señala: “Esto es un premio de la vida. Llegar a grande y encontrarme con esto es algo increíble. Tengo carreras universitarias, pero nada me llenó el alma como esto. Me siento tan identificado con los niños, con su expresión, puedo entenderlos sin que hablen. Soy un proveedor de sueños, esperanzas, ilusiones… Es lo que recibo”.
Un Papá Noel senderista
En su trabajo de guía hace que la gente se conecte con la montaña, que valore el entorno y nunca falta una palabra de aliento: “Hay turistas que vienen con muchas preocupaciones y cuando los sacás a la montaña y atravesás esos bosques, se dan cuenta de que acá hay mucha paz, y que hay que respetarla, entonces empiezan a ser parte de esa paz. A entender que hay que conectarse con la naturaleza”.
Aunque sus años no se le notan, esta temporada comenzará a hacer actividades sin tanta exigencia física: “Voy a empezar a hacer caminatas destinadas a gente de la tercera edad y a niños. Partimos de la Estancia 1790, caminamos hacia la montaña, atravesamos un bosque y allí hacemos algunos juegos con el objetivo de despertar la imaginación a los niños. También hay mucha gente grande que les gusta la naturaleza, y tenemos recorridos cortos y senderos con sombra. Estos 74 años hacen que me cueste un poco más subir a la montaña, entonces estoy planificando estos recorridos. La idea es recibirlos en la Estancia con un almuerzo o un desayuno de campo y luego salimos”.
Pero eso no es todo, durante el año, el “Papá Noel” de Traslasierra también realiza caminatas solidarias –a la gorra, o al gorro, en este caso– que tienen como finalidad juntar fondos para llevar luz (a través de pantallas solares) a las personas que viven en lugares alejados, la mayoría en medio de las sierras.
Esa magia que encerraba el momento de las doce de la noche del 24, volvió al conocer al Papá Noel de Traslasierra. Su calidez, sus palabras justas y cargadas de experiencia, su solidaridad y su manera de crear lazos comunitarios, le dan un nuevo sentido y sirven de inspiración para seguir soñando.
Fuente: La Nueva Mañana