15/01/2024
En el mar de Doha, buscará clasificarse a París 2024 en aguas abiertas. Es madre y ya fue cinco veces olímpica, pero quiere más. “Una utopía”, dice ella, aunque no se va a quedar con la duda sin antes intentarlo.
Alos 39 años, Cecilia Biagioli transita la recta final de su carrera. Avanza con cada brazada cargada de experiencia en busca de un objetivo que se transformó en su motivación más grande, en una “utopía”, como ella misma define. Y es que ser olímpica por sexta vez en Paría 2024 es lo que la convence de seguir adelante cada vez que algo no sale, que el cuerpo le duele, que tiene ganas de tirar la toalla.
Pero “la Negra” va y va… No conoce otra receta. El agua es su medio desde hace 32 años, su cable a tierra, y en el mar de Doha, en Qatar, nadará en busca de su última gran hazaña: lograr la clasificación a los próximos Juegos Olímpicos.
Por estas horas transita las horas más duras en pos de ese objetivo. Aunque con 39 años, un hijo de 10 y una vida dedicada al alto rendimiento no debe haber momentos poco exigentes para la cordobesa. Pero la altura de Sierra Nevada en España está a otro nivel. La nieve, la falta de oxígeno y la lucha interna por tratar de que la pérdida de su valija en el vuelo desde Argentina no la afecte son apenas el contexto para una semana de doble turno de entrenamiento, con mucho volumen de nado, que será sucedida por otra de doble turno pero con menos volumen y más intensidad.
“Lo que genera el entrenamiento en la altura es muy bueno. Al principio sentís mucho la falta de aire. Trabajan mucho los músculos respiratorios para hacer ingresar el oxígeno. Pero al bajar uno ya siente que no tiene que hacer ese esfuerzo. El aire de una; es increíble. Pero uno tiene que estar bien para venir, hay que estar predispuesto a tener esas sensaciones y tratar de sobrellevarlas”, dice desde España mientras extraña horrores su mate para paliar el frío después de un entreno y se preocupa por el destino de esa valija que además de su fiel compañero tiene su traje de neopreno, sus suplementos alimentarios, su ropa…
“La verdad es que este viaje empezó mal, pero esperemos que termine mejor”, concluye la nadadora, que llegó a España el pasado lunes por la noche y se entrenará en la altura hasta el 29. Ese día viajará a Doha para el 3 de febrero competir en los 10 kilómetros de aguas abiertas del Mundial de Deportes Acuáticos de la Federación Internacional.
EL PASAJE OLÍMPICO EN EL MUNDIAL DE DOHA
La cita de Doha dará 18 plazas para París. Serán 13 para las mejores clasificadas –hasta dos por país– y las restantes cinco para la mejor de cada continente que no haya logrado su clasificación. Todas ellas, más las integrantes del podio en el Mundial de Fukuoka del año pasado junto a una francesa (plaza para el anfitrión de los Juegos), conformarán el grupo de 22 nadadoras olímpicas de aguas abiertas en 2024. Y Cecilia quiere estar allí, como estuvo en Sídney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012 y Tokio 2020.
“Desde 2011 que venimos apostando a la altitud y nos ha ido muy bien. Siempre tratamos de dar lo mejor aquí arriba y cuando bajamos nos sentimos bastante bien, así que como que apostamos a esta alternativa”, cuenta sobre su preparación.
En sus entrenamientos, la cordobesa empieza también a buscar contrastes en la temperatura del agua “para que el cuerpo vaya teniendo ese contacto con el agua fría”, a la espera de saber a cuántos grados estará el mar en Doha el día de la competencia. Por reglamento, si es menos de 18 grados, podrá usar traje de neopreno y estará más cómoda. Si está a más, cruza los dedos para que sea de unos 19,5, donde sabe que ya puede rendir mejor. El agua fría es su peor enemigo.
“Va a ser difícil para mí, pero las chances están y voy a intentarlo nuevamente”, asegura Biagioli.
–¿Y cómo estás para intentarlo, ahora con 39 años?
–Bien, con la convicción de siempre de que el trabajo duro paga. Nuestro lema con Claudio (su hermano y entrenador) es dejar todo en cada entrenamiento para tener la confianza de que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, que dimos todo. Después ya es cosa del destino, lo que nos deparen las circunstancias. Pero de nuestra parte hacemos lo mejor posible y confiamos en que sea lo que tenga que ser. Y disfrutando también un poco, porque sé que es mi última instancia mundial, y si se da lo de París, bienvenido sea, y si no, también contenta de que di otro paso más en mi trayectoria y a mi edad, y pude estar ahí con esos monstruos de mujeres luchando por algo.
–Es muy loco que en la misma frase plantees la clasificación olímpica y el retiro…
–Es verdad. Pero es así… Soy mamá también, entonces son muchas cosas que se me vienen a la cabeza. Estoy en la parte final de mi carrera. Es fuerte. Y quiero disfrutarlo, quiero que sea de lo mejor.
–Después de Tokio 2020 ya te planteabas la idea del retiro, y ahora estás a las puertas de ir en busca de otra clasificación, ¿te costó este ciclo?
–La realidad es que un montón de veces quise dejar todo. Pero sabía que quedaba un tirón más. No quise quedarme con la duda, pensar que después me iba a arrepentir por no sortear un simple mal día, o por ahí una semana, porque a veces son tres, cuatro días los que la remo y las cosas no me salen, y la sigo remando hasta que empiezan a salir. Es un altibajo constante. Antes la línea era más o menos estable, ahora es un subibaja. El cuerpo pasa factura, duele bastante más que antes. A esta edad se siente. Pero es mucha actitud y mucha más cabeza. Mientras lo siga disfrutando, lo haré. Y lo estoy disfrutando todavía.
–¿Tenés ayuda para trabajar la cabeza?
–Voy a empezar a trabajar seguramente con una psicóloga deportiva después del Mundial. Quiero empezar a trabajar el después, porque no debe ser fácil la vida “después de”. Ahora, en el alto rendimiento, siento que tengo autoconocimiento. Me gusta mucho leer historias y cosas que por ahí me llenan y me dan mucho aprendizaje. Uno se conoce y trata de saber cuáles son sus puntos débiles y trata de reforzarlos. El tema es el post, que por ahí me trae un poco de incertidumbre. No me veo en otro ambiente que no sea este. Hace 32 años que estoy en esto. No me conozco haciendo otra cosa y tengo que empezar a renovarme, a reinventarme, a encontrar a la Cecilia después de esto. Yo sé que si clasifico, en agosto estoy en París y ya está. Y si no clasifico se adelantará ese proceso. Es como una utopía esto. Es algo que me lleva a intentarlo nuevamente. Y sé que se puede dar o no. Hay dos opciones. Pero no me voy a quedar con la duda por no haberlo intentado. Quiero dejar lo mejor de mí en este momento.
Fuente: La Voz
