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Pinas, de estancia mítica a parque nacional

21/03/2018

El Senado sancionará la ley de creación del Parque Nacional Traslasierra. Son 105 mil hectáreas de área protegida. La propiedad perteneció a Lisandro de la Torre y al hacendado Manubens Calvet. Un filántropo suizo aporta los fondos para la expropiación.

El Senado de la Nación aprobará en la sesión de esta tarde la creación del Parque Nacional Traslasierra. La nueva área protegida ocupará las 105 mil hectáreas de la mítica estancia Pinas. Esta extensa propiedad abarca gran parte de la superficie de los departamentos Minas y Pocho, en el oeste de la provincia de Córdoba.

La finca perteneció al demócrata progresista santafesino Lisandro de la Torre y al acaudalado hacendado cordobés Feliciano Manubens Calvet, cuya herencia (calculada hoy en unos 400 millones de dólares) es motivo de una enmarañada disputa judicial desde hace 37 años.

Por unanimidad, las tres comisiones de la Cámara Alta aceptaron la cesión de jurisdicción ambiental efectuada por la provincia de Córdoba a favor del Estado nacional; el traspaso se hizo mediante la ley provincial 10.481, sancionada por la Unicameral el 20 de setiembre de 2017.

Así, este espacio será parte de las áreas del país “que por sus extraordinarias bellezas o riquezas en flora y fauna autóctonas o en razón de un interés científico determinado deban ser protegidas y conservadas”, y tienen que ser de dominio público nacional.
Ahora, la Administración de Parques Nacionales deberá realizar la expropiación de la estancia e inscribirla en el Registro de la Propiedad de Córdoba.

Sobre la hora

El cierre del proceso parlamentario que se producirá hoy en el Senado les devolverá el alma al cuerpo a los promotores del Parque Nacional Traslasierra.

Es que una condición que exigía Hansjörg Wyss, el filántropo suizo que prometió aportar los fondos para la expropiación de la estancia Pinas, era que la ley se aprobara antes del 31 de marzo.

Así lo reconocieron a La Voz varios legisladores nacionales que participaron del plenario.

“La localización del Parque Nacional Traslasierra resulta estratégica en términos de conservación y turismo”, destacó a este diario Juan Raggio, presidente de Aves Argentinas.

Esta organización no gubernamental trabaja desde hace más de 100 años en la protección de las aves y de la naturaleza y es la principal impulsora del proyecto de creación de la nueva área protegida. “Por un lado, su presencia es clave para conformar el Corredor Biogeográfico del Chaco Árido. Además, Pinas ocupa un papel protagónico en la conformación del Corredor de Conservación y Turismo del Norte de Córdoba, junto con el futuro Parque Nacional Ansenuza y el Parque Nacional Quebrada del Condorito”, precisó Raggio.

En la actualidad, la estancia se encuentra dentro de las categorías roja y amarilla de la ley de bosques (es decir, de máximo y de intermedio valor de conservación), lo que limita las actividades económicas que se desarrollan en ella.

La superficie alberga 229 especies de aves, 35 de mamíferos y 30 de reptiles, según un relevamiento de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Entre otras, el guanaco y el pecarí quimilero. Esta especie fue descubierta recientemente en Córdoba; sólo se contaba con registros en el extremo norte de la Argentina. El “chancho moro”, como lo conocen los lugareños, está considerado en riesgo de extinción.

Además de la riqueza natural y de la importancia biogeográfica, la estancia Pinas tiene un singular valor histórico, ya que atraviesa la memoria cordobesa desde la época precolombina hasta hoy.

Los dueños originales del territorio donde está comprendido el latifundio fueron los comechingones. En 1740 las tierras fueron enajenadas por el capitán don Francisco Calderón a don José González, quien determinó los límites originales de la propiedad.

Antes de morir, González se la legó a la orden franciscana, que a su vez la vendió a Diego Salguero de Cabrera.

Un tal Santiago Lewry aparece más adelante como titular del vasto inmueble.

El resto de la historia es más conocido.

En 1908 compró la estancia el legislador santafesino Lisandro de la Torre. Lo hizo con un crédito y con la idea de armar un emprendimiento ganadero.

Una prolongada sequía hizo fracasar el proyecto. “El fiscal de la República” resolvió entonces cambiar de rubro y tendió una vía férrea de 50 kilómetros para sacar en tren la madera dura que le extraía al bosque nativo.

Tras su trágica muerte, el banco Español se hizo de la estancia y la sacó a remate. La compró una sociedad integrada, entre otros, por Juan Feliciano Manubens Calvet, quien falleció en 1981.

Desde entonces, la estancia integra la masa hereditaria que es objeto de una intrincada disputa judicial.

Mientras tanto, el Congreso argentino sancionará esta tarde la ley que habilitará al Ejecutivo nacional a transformar sus 105 mil hectáreas en el parque nacional más grande de Córdoba.

 

Fuente: La Voz del Interior

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