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Por primera vez desde el regreso de la democracia, el PJ controlará menos del 50% de las provincias

04/12/2023

Juntos por el Cambio, con 10 provincias, será la fuerza política mayoritaria. El peronismo retuvo la provincia de Buenos Aires. El “partido cordobés” y su rol en el escenario político.

 

Llegó a tener el 80% de las provincias bajo su poder, pero desde el año que viene ese porcentaje apenas alcanzará al 33,3%. El peronismo, en todas sus variantes, vive también un cambio de época en el que el poder ya no es un reaseguro que se renueva casi como en un trámite.

La contracara de ese escenario es el crecimiento de Juntos por el Cambio que se convertirá en la fuerza mayoritaria a partir de la asunción de los nuevos gobernadores. Con los triunfos en 2023, controlará 10 provincias (incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) lo que le dará poder en el 41,7% de las jurisdicciones de todo el país.

Hay un detalle: el peronismo se quedó con la provincia más grande, Buenos Aires, que significa casi la mitad del padrón electoral (17.523.000 de habitantes según el último censo) y tiene en sus entrañas territorios como el La Matanza, del tamaño de Córdoba capital.

Su control significa tener varias provincias a la vez, ya que allí está el poderoso conurbano bonaerense, base del kirchnerismo.

Para Juntos por el Cambio, el premio mayor es Santa Fe, provincia que perdió el PJ de Omar Perotti en las últimas elecciones y que marcará el pulso de la zona central del país, sobre todo por su dinámica productiva y sus problemas de narcotráfico.

Con ese escenario arranca Javier Milei. Sin gobernadores propios y con seis provincias de peronismo “puro” (Buenos Aires, Tucumán, Formosa, Catamarca, La Rioja y La Pampa).

Y también con un peronismo “federal” (el Córdoba), mucho más amigable, al menos ahora.

El poder en las provincias
El poder en las provincias

Sin dudas, el contrapeso de la provincia Buenos Aires es Córdoba: es peronista pero… ¿de qué peronismo?

Las señales que ha enviado Juan Schiaretti, gobernador saliente, fueron en sintonía con el nuevo gobierno nacional libertario (“Queremos que a Milei le vaya bien y estamos para ayudarlo”, dijo el pasado jueves).

ALIADOS

Vale una aclaración sobre el nuevo escenario: el recuento de provincias del PJ se excluye a dos provincias que juegan con el peronismo.

Una es Santiago del Estero, que tiene un gobernador radical. Se trata de Gerardo Zamora, que lleva años alineado con el kirchnerismo (desde 2005) y se mueve como tal. Hoy, la alianza gobernante lleva el nombre de Frente Cívico y los que conocen la definen como “una fuerza provincial pragmática”.

En esa jurisdicción, como en Corrientes, recién habrá elecciones el año que viene.

La otra, Tierra del Fuego, que gobierna Gustavo Melella, de Forja, que una alianza provincial de diferentes fuerzas de centroizquierda, que hace varios años se alineó con el kirchnerismo a nivel nacional. Pero siembre destaca su ADN territorial.

Del otro lado del peronismo están las 10 provincias de Juntos por el Cambio (Santa Fe, Caba, Mendoza, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, San Juan, Jujuy, Chubut y San Luis).

El crecimiento que logró la alianza pasó de tener un 16% de las provincias al mencionado 41,7%. Es decir que tenía 4 y ahora, como se dijo, manejará 10.

Para dimensionar el escenario actual: cuando Cambiemos llegó al poder nacional, Mauricio Macri tenía enfrente 14 provincias peronistas, y 4 a su favor, entre las que estaba Buenos Aires con la primeriza María Eugenia Vidal.

PARTIDOS PROVINCIALES

Milei además deberá negociar con las jurisdicciones de fuerzas provinciales (Salta, Misiones, Río Negro, Neuquén, y Santa Cruz).

Por ejemplo, el caso de Rolando Figueroa, que rompió con el Movimiento Popular Neuquino y se convirtió en gobernador. En su momento, Juntos por el Cambio se sumó al festejo del triunfo, pero con el correr de las horas quedó claro que el nuevo mandatario marcaría la cancha y sería un electrón libre.

En todos los casos, y es algo que dijo el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz (un dirigente muy cercano a Sergio Massa, aunque con construcción propia), la autonomía de sus construcciones políticas les permiten aportar gobernabilidad según lo crean conveniente.

Habrá que ver cómo se manejan en relación al poder central. Sobre todo ahora en los nuevos tiempos.

LA BAJA EN LA EDAD

Además del reparto de poder inédito, la otra novedad entre los gobernadores del país es la baja en la edad de los mandatarios: los que asumen, o renovaron su poder, tienen 56 años promedio, frente a los casi 59 de los que habían ganado hace cuatro años.

Con algunos casos notables: por ejemplo, el de Ignacio Torres, que llegará al poder en Chubut con 35 años (reemplazará a Mariano Arcioni, que tiene 53).

En el ranking de juventud, a “Nacho” Torres le sigue el sindicalista petrolero Claudio Vidal, que tiene 43 y será el gobernador de Santa Cruz.

El salto con relación a Alicia Kirchner es de 34 años menos (la hermana de Néstor tiene 77 años).

Elecciones 2023: Mariano Arcioni e Ignacio Torres votaron en Chubut.
Elecciones 2023: Mariano Arcioni e Ignacio Torres votaron en Chubut.

Tercero entre los más jóvenes está Maximiliano Pullaro. El radical, exministro de Seguridad de Santa Fe, tiene 48 años; 16 menos que el peronista Omar Perotti, su predecesor que deja el poder.

Otro salto importante de generaciones es el que se producirá en Córdoba, porque Juan Schiaretti (74) le lleva 23 años a Martín Llaryora (51), lo que refleja el cambio grande en la conducción, tanto de la provincia como del peronismo.

Y también sobresale San Luis, provincia en el que el saliente gobernador Alberto Rodríguez Saá (74) le lleva 14 años al entrante Claudio Poggi (60).

Del otro lado, aparece el histórico Gildo Insfrán, que con 72 años sigue al frente de Formosa. Nota: llegó a ser gobernador por primera vez cuando tenía 27 años.

Luego, aparece Misiones. Allí, el docente Hugo Passalacqua (66) es un caso opuesto a los mencionados antes: tiene 14 años más que Oscar Herrera Aguad (52), que dejará el poder.

Mientras que en Ciudad de Buenos Aires, hay dos dirigentes de la misma generación ya que Horacio Rodríguez Larreta y Jorge Macri tienen 58 años.

De todas maneras, y aunque la memoria pueda decir lo contrario, de esta generación de gobernadores está lejos de la primera que parió la democracia moderna: el promedio de edad de los líderes que gobernaron junto a Alfonsín era de 52 años, bastante más bajo que el de ahora.

GOBERNADORES: DE LOS “CAUDILLOS” AL PRAGMATISMO

Por Daniel Gattas, doctor en Ciencia Política y especialista en sistemas electorales

Un dato histórico sirve de preludio: gracias al apoyo de Juan Domingo Perón, que estaba proscripto y viviendo en España, el 23 de febrero de 1958 la fórmula Arturo Frondizi – Alejandro Gómez se impuso con el 45% de los votos y, en un hecho inédito y sorprendente para Argentina, ganó todas las gobernaciones, el 100% de las bancas en el Senado Nacional y 2/3 partes de las bancas en Diputados, lo que supuestamente garantizaba el acompañamiento civil a su gestión.

Sin embargo, el gobierno sufrió 32 planteos militares que condicionaron todas las decisiones. ¿La razón? Había perdido el apoyo de Perón.

¿Por qué menciono este hecho? Debido a que la democracia implica la necesidad de consensos, en verdad los requiere para enfrentar las demandas de la sociedad.

En el caso de Raúl Alfonsín fue más complejo, ya que en ese momento había en las gobernaciones muchos caudillos peronistas con ascendencia, lo que sumado a la presión militar de Aldo Rico y Mohamed Seineldín lo puso en una situación incómoda.

Carlos Juarez, exgobernador de Santiago del Estero. (La Voz / Archivo)
Carlos Juarez, exgobernador de Santiago del Estero. (La Voz / Archivo)

En el regreso de la democracia, los gobernadores eran “caudillos” con características personales, una especie de patrones de estancia con apoyo popular. El caso quizá más recordado es el Vicente Saadi en Catamarca (hay que recordar su oposición al acuerdo de Dante Caputo por el acuerdo del Canal de Beagle), pero también estaban Carlos Juárez en Santiago del Estero, Felipe Sapag en Neuquén, Carlos Menem en La Rioja. Y hasta Eduardo Angeloz, que era del palo, generaba problemas por su ambición de ser Presidente.

Hoy, los gobernadores tienen una mirada del país y del mundo distinto. Saben hasta dónde pueden llegar. No tienen vía libre ni capacidad de presión. Quizá el único que queda con esa mirada antigua es Gildo Insfrán en Formosa; pero si quiere sobrevivir, deberá aggiornarse a los nuevos tiempos.

Hoy hay otra conciencia en la sociedad que ya no admite determinadas conductas.

En cuanto al ejercicios del poder, esa es una “energía” que bien utilizada genera un ordenamiento a lo largo y a la ancho del país. De allí que hoy el Parlamento pase a tener un rol fundamental, básicamente porque el 55% de la población votó una propuesta que incluye un fuerte ajuste fiscal que va a desacelerar el ritmo económico. Y diputados y senadores no pueden soslayar esta cuestión.

Además, las provincias y los municipios necesitan imperiosamente del Gobierno nacional.

El hecho que Juntos por el Cambio y luego el PJ tengan el grueso de las gobernaciones no impide al Gobierno nacional que genere consensos.

Lo difícil es que hay un clima de ajuste, lo que provocará tensiones. De allí que la clave pase por la “muñeca” de Guillermo Francos y del ministerio (o como se llame en el futuro) de Desarrollo Social.

 

Fuente: La Voz

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