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Rojo reavivó el fuego sagrado de la selección

27/06/2018

El defensor apareció sobre el final para desatar la euforia y poner a Argentina en octavos. Lo festejaron 40 millones.

Marcos Rojo nunca dio el perfil del tipo que en las difíciles pide permiso para pisar el área y menos lo iba a hacer en los minutos finales de un partido dramático que para Argentina era un pasaje al infierno. Rojo se tuvo la fe que acompaña a esos que han pasado momentos difíciles y allá fue, irreverente, dispuesto, decidido a empalmar el centro exacto que Gabriel Mercado había metido desde la derecha.

Después pasó lo que pasa cuando ganas un partido así, con un golpazo semejante sobre el final. Rojo, que es defensor y zurdo, definió de derecha como un “9” del primer mundo. A su derechazo, que calzó justo a la redonda para meterla abajo al lado de un palo, lo impulsaron 40 millones de argentinos a los que se les iba la vida al ver que la selección quedaba eliminada en primera rueda.

El festejo fue un delirio, una catarata de emociones que se transmitía de piel en piel y se aglutinaba en la garganta y en el pecho. Comenzó con Lionel Messi arriba de la humanidad de Rojo y tuvo una onda extensiva que atravesó las tribunas del galáctico estadio de San Petersburgo y viajó a la velocidad de la luz para conmover los corazones de cada uno.

El cóctel de desahogo, euforia y locura fue acorde a un triunfo que quedará grabado a fuego en la memoria del fútbol argentino por la forma épica como se dio, por el drama que evitó y por el significado que tiene clasificarse a octavos después de haber dado ventaja de todo tipo, antes y durante el Mundial.

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Con tantos desajustes se encaró el partido de ayer con todas las obligaciones juntas y recién al final Argentina, que tuvo todo para liquidar el juego en el primer tiempo, pudo vencer a Nigeria gracias a esa aparición milagrosa de Rojo. Y el destino se alió con él, justo él que estuvo a punto de no venir a la Copa del Mundo por la larga inactividad que le produjo una lesión, justo él que había tenido un partido para el olvido frente a Islandia que le valió perder la titularidad, justo él fue el encargado de terminar con tremendo nivel de angustia.

Vale dar fe que lo que siguió a ese estruendo fue lo más parecido a un grito desaforado pocas veces visto que se repitió cuando el árbitro turco marcó el final del juego, un estruendo que dio voz de inicio a un desenfreno que quizá recién se detenga el sábado cuando en Kazán haya que afrontar el cruce de octavos frente a la elogiada Francia.

Pero Argentina es Argentina y en el mundo del fútbol nadie se anima a darla por muerta aunque sus signos vitales sean nulos, como lo eran después del 0-3 sufrido con Croacia el jueves pasado y durante un fin de semana jaqueado por las consecuencias internas que provoca una caída como fue esa humillación sufrida ante los croatas.

Ayer los muchachos liderados por Lionel Messi debieron esperar 85 minutos para poder decirle al mundo que resistirán, que no estaban dispuestos a irse así nomás del Mundial. Y lo hicieron sufriendo hasta el final, pero también avisando que están más vivos que nunca y listos para seguir dando pelea. Que “es un sentimiento, no puede parar…”. Un fuego sagrado que brilla fuerte y ahora quiere llegar más alto.

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Fuente: La Voz del Interior

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